- Una boda de película es como una superproducción que transcurre a ritmo vertiginoso y en la que hay que ser casi un director de orquesta para lograr el equilibrio entre los miles de detalles. La boda de Emily y Ricardo fue así y nos dio la ocasión de participar en una preciosa historia con final feliz, como nos gustan a nosotros.
Los instantes mágicos de la boda de película de Emily y Ricardo
Emily y Ricardo viven en Hawai, pero decidieron casarse en Toledo y, precisamente, esta diferencia geográfica fue uno de los primeros retos para la organización. Un desafío que se superó sin problemas gracias a la tecnología. Más allá de la diferencia de horarios, que nos obligaba a mantener los face-time a las horas más extrañas (al acostarnos unos y levantarse otros y viceversa), conseguimos entender lo que deseaban los novios y cómo imaginaban su día… aunque en persona sólo nos vimos una vez antes de esta boda de película.
Para su gran día escogieron una finca espectacular, el Cigarral del Ángel Custodio. Allí, en la zona de la ermita, tenían todo preparado para recibir a sus invitados. ¿Qué os parece esta mesa de aguas y limonada? Desde luego fue un acierto porque las temperaturas veraniegas de Toledo no dan tregua.
Cuando la novia, vestida con un traje de Pronovias y con tocado de Tocados Le Touquet, hizo su entrada en un coche de caballos, bajando por la cuesta de los cipreses, nadie podía apartar los ojos de la escena. Fue un momento increíble.
Con Toledo, como marco de fondo para la ceremonia, los novios introdujeron uno de los ritos típicos de Hawái. El intercambio de collares significa que se trata al otro con espíritu aloha: bondad, respeto y amor.
En cuanto a la decoración, Emily quería lograr que su boda fuese diferente apoyándose para ello en las flores. Cada boda es un mundo y, en este caso, el buen gusto de la novia quedó patente en una elección muy femenina, que reflejaba a la perfección su personalidad. ¡Buen trabajo una vez más flores Búcaro!
Como el día estaba un poco fresco, se decidió trasladar la degustación del menú al salón, para que todo el mundo estuviera a gusto. Había unos 120 invitados, de Japón, Hawái, Canadá, España, México y USA. A pesar de la variedad de procedencias, Ricardo tuvo muy claro en todo momento lo que más gustaría a sus invitados.
Allí, intercalamos mesas redondas y mesas alargadas. Las rosas inglesas fueron las protagonistas (¡qué bonitas son!) en un diseño muy fresco donde se combinaban distintas tonalidades empolvadas.
Cada invitado podía encontrar su nombre caligrafiado en la mesa.
Los detalles para invitados llegaron desde el rincón del Pacífico donde viven los novios. Sea Salts of Hawaii, unas sales que simbolizan la buena suerte.
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Espero que te haya gustado esta boda y, si quieres acercarte más a un día de película, nada mejor que hacerlo a través de este vídeo, que refleja muy bien el ambiente que se vivió.